domingo, 17 de enero de 2021
Bid for the Louvre
viernes, 8 de enero de 2021
Percibir, sentir,...
viernes, 1 de enero de 2021
La fuerza de un paisaje
Hizo un último esfuerzo, más con el corazón que con la razón, pero todo fui inútil. Una vez más aquella pista helada en la que se había convertido la ladera de apenas 300 m de desnivel que lo separaba de la cumbre, lo precipitó al punto de partida en apenas unos segundos, mucho menos que la media hora que había tardado en ascender. Y, de nuevo, Norte miró a su alrededor para comprobar por enésima vez que no había nadie que pudiera verlo en aquella patética situación, con su trasero helado y su orgullo herido.
Mientras contemplaba como el animal se perdía en la lejanía, un sentimiento de satisfacción recorrió su cuerpo. El contacto con la naturaleza siempre le proporcionaba gratas experiencias, solo era cuestión de paciencia.
Miró a su alrededor, … todo era grandiosidad y belleza. Desde allí arriba alcanzaba a ver el Valle de Ancares a un lado y el de Piornedo al otro en Galicia y más allá el de Burbía en León,… y custodiándolo, los picos el Mustallar, Penalonga, el Cuiña y, al fondo, los Montes Aquilianos.
Una sensación de humildad lo invadió y fascinado contuvo el aliento cuando algo le llamó la atención. Impresas en la nieve, como si se tratara de unos efímeros fósiles, distinguió las inconfundibles huellas de oso y, de nuevo, Norte experimentó esa sensación de encuentro consigo mismo y con la naturaleza.
martes, 22 de diciembre de 2020
viernes, 4 de diciembre de 2020
La Casa de la Escusalla
martes, 1 de diciembre de 2020
Como una bella fantasía oriental
sábado, 21 de noviembre de 2020
Subsistencia II
No estaba previsto,... me gustan los finales abiertos,... pero quizás la culpa la tenga Josep Mª Panadés...
Si queréis refrescar la memoria podéis leer Subsistencia I pinchando AQUI
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Alarmado por el el ruido, volvió a revisar todos los indicadores pero ningún aviso, ninguna señal luminosa o sonora le advirtió de disfunción alguna en la nave. Todo parecía estar en orden.
Desconcertado hizo un rápido repaso mental sobre lo que podía estar sucediendo. Intentó visualizar uno a uno todos los complejos sistemas de la cápsula y una oscura sospecha se materializó en su interior, provocando una sensación de desasosiego que pronto se convirtió en pánico cuando intentó desenganchar el arnés que lo mantenía sujeto.
Intentó girar su cabeza para ver que sucedía en el compartimento trasero pero tan solo alcanzó a ver una pequeña parte. Aquel maldito traje apenas le permitía moverse.
De nuevo aquel zumbido sordo volvió a ponerlo en alerta, justo un instante antes de que la el sistema de propulsión dejara de funcionar. De pronto la ingravidez y aquel silencio atronador lo atenazaron de tal modo que cuando el sistema de su traje espacial que le alertaba del aumento de pulsaciones comenzó a sonar, no pudo evitar un sobrecogedor grito que retumbó en toda la nave.
Ahora sí, las luces del panel de control se iluminaron con destellos de color naranja y rojo y una alerta sonora convirtieron la pequeña cápsula en un infierno. Fue entonces cuando el comandante Alan Stanford se fijó en uno de los indicadores y confirmó su sospecha.
Manipuló el ordenador de abordo y, de inmediato, en la pantalla apareció la configuración de las células de energía de la nave. Aterrorizado comprobó que de las tres unidades, dos de ellas ni siquiera figuraban como instaladas y la tercera se encontraba en rojo con su nivel de energía a cero.
Derrotado, se incorporó ligeramente y pudo ver por la pequeña ventana de la escotilla de babor como la enorme nave nodriza que había abandonado no era más que un pequeño punto en el negro y profundo espacio.