miércoles, 14 de octubre de 2020

El susurrar de las piedras

 «El claustro románico más hermoso»   ̶̶ recordó Norte la conclusión de un artículo sobre Santo Domingo de Silos, mientras se perdía en el silencio que aquel lugar le estaba regalando. Afortunadamente esa no era una decisión sobre la que tuviera que pronunciarse, pero es que, además, estaba seguro que la elección de cada persona, por unas razones u otras, sería distinta. En su caso no le cabía la menor duda y si tuviera que decantarse por alguno, lo haría por aquel claustro.

Había tenido suerte, mucha suerte y en el turno de visitas que había reservado no se había presentado nadie más que él, … todo un lujo que Norte estaba dispuesto a paladear con el placer que proporciona un lugar en donde el sosiego y la serenidad alcanzan proporciones inusuales.

Conocía sobradamente los aspectos históricos y artísticos que lo caracterizaban, no en vano lo había visitado en varias ocasiones y en todas ellas había disfrutado de las interesantes descripciones de los guías; quizás por ello declinó la visita guiada y se limitó a un simple paseo por el claustro en la soledad más absoluta.

Solo recordar algunos hechos históricos vinculados al cenobio, causaban en Norte una agitación interior difícil de controlar. Pensar que Rodrigo Díaz de Vivar donó alguna de sus posesiones al monasterio o que, camino de su destierro, pasó por allí cuando el claustro todavía estaba en construcción, dan una idea de los avatares y circunstancias con los que el Monasterio de Santo Domingo de Silos convivió a lo largo de su historia.

Algo parecido ocurrió con sus aportaciones a la cultura y escritura medieval. Y es que en el escriptorium de la Abadía vieron la luz las Glosas Sinensis, en las que se recogen las primeras palabras castellanas escritas. En realidad se trataba de cometarios en lengua romance peninsular realizados en los márgenes de un códice escrito en latín, … 
Pero si algo le fascinaba a Norte de aquel lugar era su aspecto artístico, … especialmente el claustro, el centro de la vida del cenobio, el lugar de donde parten y a donde llegan las actividades diarias del monasterio. Con esa armónica conjunción de arcos, columnas y un infinito catálogo de capiteles figurativos y relieves bellamente decorados con escenas bíblicas que lo hacen único.
Detenerse ante cada capitel era para Norte como descubrir la historia tras cada uno de los motivos vegetales, arpías, aves y leones, entrelazos de cestería, combates de caballeros y un sinfín de escenas bíblicas en la piedra bellamente trabajada, … era como escuchar el susurro de las piedras en una hermosa melodía en la que se entremezclaba el sonido de los cinceles de los maestros canteros y las oraciones de los monjes.



jueves, 1 de octubre de 2020

La silueta eterna

 

Jamás conseguiría ascender hasta su cima. Le sobraban años, le faltaba técnica y, sobre todo, agilidad. Quizás en su juventud pasada, acompañado de un experto escalador que lo guiase, habría podido lograrlo por su cara más fácil. Pero lo cierto era que aún así, siempre que podía, Norte volvía a realizar la senda que lo llevó hasta su base la primera vez que lo descubrió y cuya silueta eterna lo fascinó. 

Para él, volver a contemplar el Pico Urriello, se había convertido en una tradición que comenzaba en el pueblo de Sotres para, después de dejar atrás Cabao y cruzar el río Duje, ascender por una pista hasta llegar a la base del collado de Pandébano. Después solo quedaba superar con paciencia la senda con hermosas vistas hasta la majada de la Terenosa para alcanzar el collado Vallejo, antes de llegar a la Vega del Urriello a 1960 m de altitud.