sábado, 14 de marzo de 2020

La sosegada y espiritual geometría del silencio


Nada más entrar Norte se percató de su error. ¿Cuántas veces habría pasado a su lado, camino de la meseta?,… y tan solo se encontraba a unos cientos de metros,… ni tan siquiera estaban ocultas a la vista; el hermoso perfil de sus muros derruidos se adivinaba desde la carretera.


Con una belleza pétrea que exuda calma y equilibrio, el Monasterio de Santa María de Carracedo se obstina en permanecer en pie en una cruenta lucha que cada día libra para que su historia no se desvanezca con el paso del tiempo.


Cada piedra, cada rincón, recuerda la antigua presencia humana, con una armonía silenciosa que nos traslada al silencio monacal, de renuncia a la vida mundana y entrega a la oración de los monjes que vivieron entre sus muros y recorrieron esas estancias.


Con un halo de serenidad y fascinación, su pasado se pierde en las brumas del tiempo. Su historia está repleta de acontecimientos que, desde el siglo X, han permitido a los benedictinos primero y más tarde a la Orden del Cister vivir en comunidad con el retiro, la pobreza y el trabajo en el campo como una manera de acercarse a lo divino.


Y Norte todavía pudo percibir toda la magia que encierra el lugar bajo la espectacular serenidad que contagian sus muros derruidos.


Cada estancia, cada claustro, cada pasillo a Norte le pareció un enclave único, con esa esencia de paz, belleza y espiritualidad geometría del silencio que solo el tiempo puede proporcionar.



domingo, 1 de marzo de 2020

La austera y cálida belleza del prisma rojizo


Desde el lugar donde él se encontraba, no pudo menos que sorprenderse. Siempre lo había relacionado con la mundialmente conocida ceremonia de entrega de premios que una vez al año se celebraba en su interior y, ahora que lo veía desde la distancia, el evento pasó a un segundo plano y el edificio, simplemente, le fascinó.

Como un flechazo, como una intensa atracción, Norte fue incapaz de apartar su mirada de aquel edificio. Allí, como levitando en la bahía de Riddarfjärden, en una hermosa yuxtaposición de las aguas del lago Mälar con el color rojizo de sus ladrillos, destacaba la austera pero cálida belleza de un prisma rojizo.



Con un estilo ecléctico el Ayuntamiento de Estocolmo mezcla la austeridad de los munktegel (ladrillos de monje, por su uso tradicional en iglesias y monasterios) con hermosas pinceladas de elementos que nos trasladan a la arquitectura oriental y veneciana. Aquí y allá, pequeños detalles salpicaban el edificio mitigando su sobriedad y generando un entorno más amable y lúdico.



Se trata del movimiento Nacional Romántico, una forma de Art Noveau que, a finales del siglo XIX y principios del XX, se desarrolló en los países nórdicos en el que la funcionalidad del material usado para su construcción se combinó con elementos románticos de la época vikinga y del Renacimiento italiano.



Pero si ese equilibrio entre la sencillez del exterior del edificio y la riqueza de sus detalles le sorprendió, su interior le fascinó. Su riqueza decorativa en alguno de sus salones se amalgama con la sobriedad del estilo nórdico, en una suerte de maridaje que permite que el edificio pueda ser usado como dependencias municipales y a su vez servir como escenario en los actos de la entrega de los Premios Nobel.



Recorrer sus estancias supuso para Norte descubrir una decoración cargada de simbolismo, en donde los elementos orgánicos del Art Noveau se mezclan con referencias medievales nórdicas, reforzando la identidad y el carácter propio del estilo Romántico Nacional.



Y, de pronto, un enorme patio que cada año acoge el banquete de la entrega de los Premios Nobel. Es el Salón Azul -llamado de ese modo porqué así figuraba en el diseño original- una bella estancia con elementos renacentistas que sorprende por sus dimensiones, la elegancia de sus elementos decorativos,… y el color rojizo de sus paredes.



Finalmente el Salón Dorado, una estancia cuyas paredes están revestidas de más de 18 millones de teselas doradas con las que se elaboraron los mosaicos con motivos de la historia de Suecia. Es sin duda el lugar ideal para el baile de Gala que se celebra en la entrega de los premios.



Y presidiéndolo todo, con una calidez y luminosidad muy alejada de la frialdad nórdica, Gefjun, reina del Lago Mälaren y diosa escandinava de la fertilidad.