A medida que ascendía por la carretera que discurría como una serpiente, retorciéndose
entre los socalcos de piedra, Norte recordó que hacía ya varios meses que había
leído la noticia en la prensa y, a pesar de ello, todavía guardaba en su
memoria la asombrosa imagen de las paredes de la pequeña iglesia totalmente
recubiertas de unas extraordinarias pinturas murales.
Y ahora había llegado el momento de visitarla. Durante meses había hecho un gran esfuerzo para no caer
en la tentación de conocer la iglesia Santa María de Nogueira de Miño nada
más fue abierta al público; cuando docenas de autobuses acercaban a los
turistas a contemplar aquellas pinturas como una escala más en su apresurado tour
por la Ribeira Sacra. Ahora que se habían acabado las aglomeraciones del
verano, que la vendimia había terminado y que la soledad más absoluta se había apoderado
de aquel rincón de Galicia. Era, por fin, el momento para disfrutar de
aquel lugar donde el río, el vino y la piedra son los protagonistas.
A Norte, conducir a ritmo pausado por aquellas carreteras colgadas sobre
los cañones del río Miño, le producía una sensación extraordinaria. Los
viñedos, ahora teñidos de amarillo, junto con el agua, la piedra y el
silencio constituyen la esencia misma de un paisaje único,… casi mágico. En
pocos lugares como aquel se podía admirar una conjunción tan armónica entre el
medio natural y la impronta dejada por el hombre.
Por fin, vigilando un gran meandro de río Miño, un hermosísimo lugar denominado O Cabo do Mundo, Norte se encontró con una de las joyas artísticas de la Ribeira Sacra. Una pequeña iglesia que destaca sobre un puñado de casas.
Exteriormente nada hacía pensar que aquel templo acogiera en su interior nada excepcional. Como otras muchas iglesias de la zona, conservaba bellos elementos que recordaban sus orígenes románicos, piedras de duro granito cincelado, allá por el siglo XII, a golpe de fe y férrea convicción. Su rosetón, su magnífica portada sur, muchos de sus capiteles… destacan todavía hoy a pesar de la profunda reforma de su fachada barroca realizada en el siglo XVIII.
Es el románico rural, el complemento ineludible de este paisaje agreste y fascinante de aldeas perdidas, pazos centenarios, socalcos de piedra, bosques interminables y caminos encantados.
Por fin, las puertas se abrieron y Norte, impaciente, entró en el templo. La penumbra que reinaba en su interior apenas dejaba vislumbrar unas sombras aquí y allá, avivando su curiosidad y expectación.
Y, de pronto, las luces se encendieron y ante Norte apareció uno de los
mejores conjuntos murales del Renacimiento en Galicia. Por todas partes los
frescos de mediados del siglo XVI y de intensos y todavía vivos colores, se acomodan
a cada uno de los espacios, dando lugar a lo que muchos autores han dado en
denominar la Capilla Sixtina de Galicia.
Bajo varias capas de cal, al reguardo del tiempo, las pinturas permanecieron
ocultas durante años,… tantos que ya nadie del lugar recordaba que la iglesia
tuviese sus muros recubiertos de frescos. Así que cuando unas obras de
consolidación los descubrieron,… se puso de evidencia el secreto mejor
guardado.
Por todas partes, bellas escenas bíblicas de la Resurrección de Cristo, de
la Coronación de Santa María, de la Anunciación, un Pantocrátor, un Juicio
final o el Martirio de San Sebastián, llamaban la atención de Norte. Una
profusión de imágenes que deja sin aliento.
En ellas se podía apreciar el ciclo temporal de su realización, unos
cambios estilísticos perfectamente perceptibles y que comienzan en las pinturas
góticas del presbiterio, las más primitivas, hasta las más elaboradas y
recientes que se encuadran en el manierismo gallego.
Y es que Santa María de Nogueira
de Miño es el secreto mejor guardado.