sábado, 25 de noviembre de 2017

El secreto mejor guardado


A medida que ascendía por la carretera que discurría como una serpiente, retorciéndose entre los socalcos de piedra, Norte recordó que hacía ya varios meses que había leído la noticia en la prensa y, a pesar de ello, todavía guardaba en su memoria la asombrosa imagen de las paredes de la pequeña iglesia totalmente recubiertas de unas extraordinarias pinturas murales.


Y ahora había llegado el momento de visitarla. Durante meses había hecho un gran esfuerzo para no caer en la tentación de conocer la iglesia Santa María de Nogueira de Miño nada más fue abierta al público; cuando docenas de autobuses acercaban a los turistas a contemplar aquellas pinturas como una escala más en su apresurado tour por la Ribeira Sacra. Ahora que se habían acabado las aglomeraciones del verano, que la vendimia había terminado y que la soledad más absoluta se había apoderado de aquel rincón de Galicia. Era, por fin, el momento para disfrutar de aquel lugar donde el río, el vino y la piedra son los protagonistas.


A Norte, conducir a ritmo pausado por aquellas carreteras colgadas sobre los cañones del río Miño, le producía una sensación extraordinaria. Los viñedos, ahora teñidos de amarillo, junto con el agua, la piedra y el silencio constituyen la esencia misma de un paisaje único,… casi mágico. En pocos lugares como aquel se podía admirar una conjunción tan armónica entre el medio natural y la impronta dejada por el hombre.


Por fin, vigilando un gran meandro de río Miño, un hermosísimo lugar denominado O Cabo do Mundo, Norte se encontró con una de las joyas artísticas de la Ribeira Sacra. Una pequeña iglesia que destaca sobre un puñado de casas.


Exteriormente nada hacía pensar que aquel templo acogiera en su interior nada excepcional. Como otras muchas iglesias de la zona, conservaba bellos elementos que recordaban sus orígenes románicos, piedras de duro granito cincelado, allá por el siglo XII, a golpe de fe y férrea convicción. Su rosetón, su magnífica portada sur, muchos de sus capiteles… destacan todavía hoy a pesar de la profunda reforma de su fachada barroca realizada en el siglo XVIII.


Es el románico rural, el complemento ineludible de este paisaje agreste y fascinante de aldeas perdidas, pazos centenarios, socalcos de piedra, bosques interminables y caminos encantados. 

Por fin, las puertas se abrieron y Norte, impaciente, entró en el templo. La penumbra que reinaba en su interior apenas dejaba vislumbrar unas sombras aquí y allá, avivando su curiosidad y expectación.


Y, de pronto, las luces se encendieron y ante Norte apareció uno de los mejores conjuntos murales del Renacimiento en Galicia. Por todas partes los frescos de mediados del siglo XVI y de intensos y todavía vivos colores, se acomodan a cada uno de los espacios, dando lugar a lo que muchos autores han dado en denominar la Capilla Sixtina de Galicia.

Bajo varias capas de cal, al reguardo del tiempo, las pinturas permanecieron ocultas durante años,… tantos que ya nadie del lugar recordaba que la iglesia tuviese sus muros recubiertos de frescos. Así que cuando unas obras de consolidación los descubrieron,… se puso de evidencia el secreto mejor guardado.


Por todas partes, bellas escenas bíblicas de la Resurrección de Cristo, de la Coronación de Santa María, de la Anunciación, un Pantocrátor, un Juicio final o el Martirio de San Sebastián, llamaban la atención de Norte. Una profusión de imágenes que deja sin aliento.

En ellas se podía apreciar el ciclo temporal de su realización, unos cambios estilísticos perfectamente perceptibles y que comienzan en las pinturas góticas del presbiterio, las más primitivas, hasta las más elaboradas y recientes que se encuadran en el manierismo gallego.


Y es que Santa María de Nogueira de Miño es el secreto mejor guardado.


domingo, 5 de noviembre de 2017

Entre el cielo y el mar


Entre el cielo y el mar, un puñado de islas emerge en medio de la inmensidad del Océano Atlántico; roca, arena y viento con una rara y hermosa mezcla de raíces africanas y la herencia europea. Es el archipiélago de las Islas de Cabo Verde, un lugar para vivir la naturaleza...







Pero para Norte viajar es algo más que ver simples escenarios, por asombrosos que sean. Para Norte conectar con las personas, con la esencia local, es quizás la razón de ser de sus viajes. 


Apoyado en un precario muro, Norte no pudo menos que sonreír al ver jugar a aquellos niños con una enorme y maravillosa sonrisa dibujada en sus labios mientras quizás soñaban con emular algún día a sus ídolos del universo “Champions league”.

En aquellos momentos eran los Ronaldos y los Mesis que se enfrentaban en una final épica en el campo de arena y piedras situado en Salamansa, una pequeña aldea de pescadores en la Isla de Sa͂o Vicente. Era sin duda el Bernabeu o el Nou Camp, dependiendo de los sueños y predilecciones de cada uno de ellos.

Lo había visto muchas veces a lo largo de su vida y una vez más Norte comprobó que, afortunadamente, los niños jugaban felices ajenos a la realidad que los rodea.



Era domingo, ese día de la semana en el que las comunidades pesqueras de la isla aprovechan para descansar, ese día placentero y relajante en el que también en Sa͂o Pedro, Calhau o en la Baía das Gatas se ralentizan las labores diarias…



Una vez más, Norte reparó en que vivimos en un mundo lleno de cosas prescindibles,… y que sin duda deberíamos aprender a ser felices con lo que tenemos.


Y Norte no pudo menos que parafrasear a Agustín de Hipona y también al refranero popular, y  recordó que no es más rico el que más tiene, sino el que menos necesita.