miércoles, 15 de abril de 2020

La naturaleza que nos rodea


Quizás fuese la sensación de armonía, acaso la de libertad, o tal vez la oportunidad de disfrutar de paisajes fantásticos, … la realidad es que Norte sentía la naturaleza como ese lugar excepcional que a él se le antojaba irrenunciable para el ser humano.



Ante él, las vistas espectaculares del río y el vertiginoso cañón creado a base de millones de años de erosión y, como resultado, ese profundo desfiladero en cuyas cuyas paredes crece un denso bosque de quejigos, encinas madroños y enebros,… y en las zonas más umbrías acebos, tejos y hayas.


Son apenas 20 km de un sendero que recorre el cañón que el río Ebro se ha encargado de cincelar pacientemente en la roca caliza. Es una senda circular en el que uno sale y vuelve a Valdelateja después de recorrer fantásticos caminos que discurren por las riberas de los ríos Rudrón y Ebro, flanqueados en todo momento por bosques de chopos, sauces, alisos, tilos y fresnos. 

Y allí donde el medio natural da una tregua y el cañón se ensancha, la senda atraviesa hermosos pueblos que todavía mantienen fantásticos conjuntos urbanos rebosantes de ricas casas blasonadas de los siglos XVI, XVII y XVIII, cuando la prosperidad sonreía aquellas tierras de Pesquera de Ebro y Cortigosa, 

Pero cuando la senda gana altura, de nuevo la naturaleza nos regala una de esas estampas difíciles de olvidar, uno de esos paisajes creado a base de millones de años de erosión y que nos hace sentir la naturaleza que nos rodea...


… y nos permite contemplar hermosos paisajes, gozar de una buena caminata y reencontrarnos con el medio natural.







miércoles, 1 de abril de 2020

Como un hábitat mágico de sabiduría y fascinación

 
Subir por la Rúa dos Clérigos, en un soleado día de abril, no era una tarea sencilla, especialmente si se hacía al mediodía y después de llevar unas horas callejeando por Oporto, una hermosa ciudad repleta de sugestivas, pero también de empinadas y agotadoras, calles.


Así que cuando llegó a la Rúa das Carmelitas, Norte supo que lo peor había pasado. Desde allí a su destino no quedaban más de 100 metros de una pendiente suave desde la que ya se adivinaba su cautivadora fachada neogótica.


Pero, como le había ocurrido en otras ocasiones, era en su interior cuando surgía el hechizo y, como si se tratara de un hábitat mágico de sabiduría y fascinación, una librería, tan bella como la ciudad que la acoge, se mostraba ante él.

Anaqueles repletos de libros, de historias, de saber, cubren sus paredes profusamente adornadas por elegantes arcos ojivales e intrincadas figuras que parecen desafiar el más complejo tratado de geometría.



Con más de un siglo de vida a sus espaldas, entrar en la Livraria Lello e Irmão es una experiencia que difícilmente se puede olvidar. El aroma a papel impreso, y la tenue luz azulada que proporciona la sensacional vidriera que adorna su techo, recrean esa atmósfera mágica en la que Norte se ve envuelto cada vez que se adentra en la que para él es una de las más bellas librerías.


Y como si se tratase de un santuario sacramentado a la lectura, una bellísima escalera serpentea de un modo casi hipnótico que cautiva e invita a cada cliente a perderse en sus laberínticos espacios.






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