A esa hora, la autopista se encontraba vacía. A las 4 de la mañana de un domingo, solo los dos potentes haces de luz de su automóvil rasgaban la negra oscuridad de la noche sin luna.
A su lado, en el asiento del copiloto, Ana dormía plácidamente arropada por la manta de viaje. Casi instintivamente se fijó en el indicador de temperatura exterior del panel de mandos y un ligero escalofrío le recorrió el cuerpo. Cuando salieron la temperatura era fresca pero ahora que estaban ascendiendo un pequeño puerto y se estaban alejando del mar, la temperatura había bajado notablemente y buena prueba de ello eran los -2ºC que resaltaban iluminados en un lateral del cuadro junto al aviso de posibilidad de hielo.
Subió la temperatura del climatizador, bajó la velocidad del automóvil y Luis se concentró en la conducción mientras en el equipo de música sonaba el sonido etéreo y relajante de Enya,
Habían pasado una agradable velada en la casa de unos amigos y ahora les tocaba volver. No les quedaba otra, el primero de noviembre la tradición de los cementerios era inexcusable en sus familias.
No llevaban recorridos más de 30 km cuando la emisora cortó repentinamente la música y la melodía que antecede a las noticias los sobresaltó.
― ¿Qué ocurre? ―preguntó Ana, intranquila.
― Nada, no te preocupes, acaban de cortar la emisión. Parece que van a dar alguna noticia.
Casi al instante, la tensa y casi dramática melodía cesó repentinamente y un locutor, al que se le notaba cierto grado de alarma e improvisación, comenzó a hablar captando al instante la atención de ambos.
Tras explicar que se trataba de un boletín especial, el locutor comenzó a relatar los extraños fenómenos que estaban teniendo lugar muy lejos de allí, en concreto en el Noroeste de EEUU y amplias zonas de Canadá.
Al parecer esa zona del planeta había quedado incomunicada, siendo imposible el uso de la telefonía. Al mismo tiempo las emisiones de televisión y radio de esas zonas habían cesado repentinamente y unas extrañas luces verdosas, semejantes a una aurora boreal, se podían ver desde las zonas limítrofes. Finalmente el comentarista informaba que un comunicado de la Casa Blanca había anunciado que una intervención urgente del presidente de los EEUU tendría lugar en breve. Continuaremos informando,...
Sorprendidos y un poco intranquilos por el cariz de la noticia, esperaron expectantes a que desde la emisora ampliaran la noticia. Pero, a su pesar, de nuevo la música de las noticias no hacía más que añadir un poco más de tensión al momento que estaban viviendo.
―Qué mal me huele esto ― sentenció Ana, todavía con la voz un poco tomada tras despertarse con el sobresalto por la noticia.
Tras especular con posibles causas, Ana se decantaba por pruebas armamentísticas de los chinos, mientras Luis era partidario de una tormenta geomagnética que afectara a las telecomunicaciones y a los satélites que orbitaban en torno a la tierra.
Continuaron expectantes hasta que, tras unos minutos, la música cesó y el locutor de radio comenzó a hablar de nuevo.
Volvía a repetir el relato en los términos que lo había hecho tan solo unos minutos antes y añadía que los aviones de las fuerzas aéreas habían tenido contacto visual con unas extrañas naves circulares que se mantenían inmóviles a 6000 metros de altura y que habían pasado desapercibidas para los sistemas de radar. Se habían detectado al menos 5 naves, todas ellas semejantes y de grandes dimensiones que no habían dado muestras de actividad hostil de ningún tipo, terminando la noticia de nuevo con un lacónico “Continuaremos informando,...”
Y de nuevo, la emisión se cortó volviendo a la melodía estridente y dramática, dejando a los radioyentes intrigados con la incógnita de lo que estaba sucediendo.
Ana y Luis volvieron a sus conjeturas, en las que la posibilidad de un contacto extraterrestre ganaba peso. De pronto la evidencia de una visita extraterrestre fue haciéndose cada vez más evidente y ambos comenzaron a fantasear sobre la importancia de los instantes que estaban viviendo. Si el contacto fuese amistoso, las implicaciones sobre la medicina, la tecnología, el medio ambiente, la historia,… serían extraordinarias y cambiarían de forma radical el mundo en el que vivían, hasta tal punto de que ya nada sería lo mismo.
Impacientes por la ausencia de nuevas noticias, Luis buscó con el dial de su aparato de radio otras emisoras que se hicieran eco de la información. Era indudable que una noticia de ese calado tendría que estar presente en todas las estaciones de radio.
Desconcertados, tras unos minutos de infructuosa búsqueda, Ana y Luis comenzaron a preguntarse que estaba ocurriendo. Era realmente incomprensible que ninguna emisora más se hiciera eco de un hecho tan trascendental para el planeta Tierra.
Estaba a punto de volver a la emisora que había dado la noticia cuando una frase en una de las estaciones llamó su atención,… se trataba de un comentario sobre el aniversario de la transmisión por radio, el 30 de octubre de 1938, de un principiante Orson Welles informando de que un astrónomo había visto una llamarada azul saliendo de Marte.
De pronto ambos cayeron en la cuenta de que era el aniversario de la emisión de La guerra de los mundos y que, muchos años después, habían sido víctimas de la adaptación radiofónica de la obra más emblemática del novelista inglés H. G. Wells.