lunes, 15 de febrero de 2021

El legado mesoamericano

 

Dejó atrás el infernal tráfico de la Avenida del Paseo de la Reforma en la ciudad de México y entró en el Museo Nacional de Antropología. Estaba a punto de cumplir uno de sus sueños más deseados y durante unos instantes Norte percibió esa sensación extraña pero enormemente agradable, esa que otras veces había sentido justo antes de conseguir algo tan anhelado.

Para él la cita en ese museo, ver y disfrutar del enorme legado Mesoamericano de los pueblos indígenas de México con cientos de años de historia, era una enorme satisfacción, una visita que quedaría grabada en su memoria y de la que nunca se podría olvidar.

Estaba dispuesto a perderse en sus 22 salas y más de 45.000 metros cuadrados, a paladear los testimonios arqueológicos que albergaba...

Algunos de ellos siguen vivos hoy en día,... en sus recuerdos y en la retina de sus ojos,...


Disco de Mictlantecuhtli 

El dios de inframundo y, por lo tanto, de las sombras. De origen mexica, esta hermosa representación del “señor del lugar de los muertos” fue encontrada en la Plaza de la Pirámide del Sol en Teotihuacan y en ella se pude apreciar un cráneo descarnado rodeado de una faja de papel plegado. Del período Clásico (1-650 d C), estaría relacionada con el sacrificio humano y la muerte del Sol.


Chalchiuhtlicue 

Este fantástico monolito de andesita de 21 toneladas fue encontrado cerca de la pirámide de la Luna en Teotihuacan y representa a Chalchiuhtlicue que significa “la que tiene su falda de jade”, en la mitología azteca es la diosa de las aguas horizontales: lagos, lagunas y ríos que recorren o se asientan en la tierra. Se le asocia con la agricultura, las sementeras y la fertilidad.

La Piedra del Sol

Sin duda una de las piezas más representativas del museo, la Piedra del Sol es un gigantesco monolito de basalto, de casi 4 metros de diámetro y 24 toneladas de peso, con inscripciones relativas a la cosmología mexica y los cultos solares.


Coatlicu

Su nombre significa "falda de serpientes", era la diosa terrestre de la vida y de la muerte. De aspecto terrorífico, se representaba como una mujer con una falda de serpientes y un collar de corazones y manos que fueron arrancados de las víctimas ya que era una diosa sedienta de sacrificios humanos. Sus pechos caídos representan la fertilidad y su cabeza eran dos serpientes enfrentadas. Tenía garras afiladas en sus manos y pies.


Cabeza colosal 

Los monolitos prehispánicos con formas de cabeza fueron la insignia de la cultura olmeca, la más antigua del continente americano, la cultura madre. La teoría más difundida es que se tallaron con el fin de plasmar la imagen de los distintos gobernantes olmecas con algunas de sus características distintivas.


Chac mool 

Es un tipo de escultura que aparecen al principio del Período Posclásico (600 – 1200 d C) que representaba a un mensajero cuya misión consistía en llevar a los dioses las ofrendas que los hombres depositaban en su cavidad abdominal.


Máscara del dios murciélago 

Una obra imperdible en la Sala de Oaxaca del museo. La máscara pertenece a la cultura zapoteca y representa una cara humana sobrepuesta con una imagen del dios murciélago, que esta cultura relacionaba con la muerte y el inframundo. La pieza está hecha a base de láminas de jade pulidas delicadamente.


Máscara de Pakal 

Es la máscara con la que el rey Pakal, gobernante de la ciudad de Palenque, fue sepultado. Está hecha de jade porque para la civilización maya esta piedra preciosa representaba el poder. La función del artefacto era la de ayudar al monarca a enfrentarse a las criaturas del inframundo.

domingo, 7 de febrero de 2021

Por goleada

Nunca entenderé la manera que tiene de demostrarme que está enfadada; sobre todo esa puta manía que tiene de pelearse sin hablar … y es que nada más salir de casa de Elvira y Gerardo comprendí que esos silencios,… esas miradas,… esos gestos no presagiaban nada bueno. 

Desconcertado, repasé mentalmente lo ocurrido durante la cena, intentando encontrar la causa. Y es que para mi todo había estado fantástico. Habíamos disfrutado de una velada muy divertida en su nueva casa recién decorada con un estilo funcional y minimalista, en la que por todas parte se veía el sello de Elvira siempre empeñada en reducir las cosas a lo esencial y deshacerse de todo lo superfluo. Todos los espacios rezumaban equilibrio y simplicidad para los que habían empleado una paleta de colores neutra que acentuaba esa limpieza general que se respiraba en la casa. 

Pero es que además Elvira y Gerardo se habían currado el menú armonizando productos de la tierra con denominación de origen y preparaciones vanguardistas que destilaban la experiencia gastronómica más hedonista. 

Y es que algo sucedió durante la cena en lo que no había reparado y escapaba a mi comprensión, ya que nada más subirnos al coche para volver a casa fue cuando todo empezó a torcerse. 

―¿Te pasa algo? ―pregunté a sabiendas de que por el momento solo se trataba de una pequeña escaramuza. 

―No se. Tu sabrás ―me respondió al instante con ese tono seco y ácido, como de asco, que ella dominaba como nadie, comenzando abiertamente las hostilidades. 

«Pero como pude ser tan estúpido» ―pensé. Tenía claro que la primera regla en una cena con amigos y tu pareja era estar atento a las “señales”, nada de relajarse. 

―¿Quieres que hablemos? ―pregunté de nuevo, arrepintiéndome casi al instante de haberlo hecho. 

―Ahora,… ahora querrás arreglarlo. ―y comenzó un desconsolado gimoteo acompañado de gruesos lagrimones. 

―Pero ¿porqué lloras? 

―No estoy llorando, simplemente exagero en los tonos más agudos con alguna lágrima ocasional ―me respondió, esta vez con un gesto de sufrimiento casi agónico que me hizo sentir el ser más vil y despreciable bajo las estrellas,… 

―¿Es por ….? ―volví a preguntar, e instantáneamente su desaprobadora mirada me recorrió de arriba a bajo … Era como cuando en plena noche me despierto y la encuentro allí, mirándome fijamente en la oscuridad mientras duermo, seguramente reprochándome en silencio Dios sabe qué torpeza yo había cometido ese día, hacía un año o quizás un lustro. 

Ya no había marcha atrás. No podía dejar ahí la pregunta, como un calderón suspendido eternamente en una partitura. Tendría que arriesgarme si quería arreglar aquel desencuentro antes de que se convirtiera en algo de lo que seguro me arrepentiría en las próximas semanas. Solo pensar en convivir con una Puri “molesta” me aterrorizaba. 

―Te ha gustado la velada, ¿verdad? ―me espetó repentinamente, y de inmediato me percaté. Era una “pregunta trampa” , una de esas de las que nadie ni nada te puede salvar y contestes lo que contestes ya puedes darte por jodido. 

―Eh... ―logré murmurar, en un intento de ganar tiempo. Mi cerebro bullía de actividad buscando una salida. Era consciente de que ya se habían encendido todas las alarmas. 

―Así que te encantó esa tortilla deconstruida de patatas de Coristanco con huevos ecológicos que nos prepararon ¿no? 

―Eh...  ―acerté a contestar. 

―Si yo te pongo la tortilla así, en una taza con las patatas flotando en el huevo sin cuajar me echas de casa. Y luego Elvira, para rematar, nos suelta la cursilada de que “nutrir es amar”. 

«1 a 0 » ―pensé, se había adelantado en el marcador. 

El semáforo se puso en verde y durante toda la avenida un silencio incómodo se instaló entre nosotros aunque yo sabía que ella estaba rearmándose, en su CPU estaba repasando palabra por palabra toda la velada que por supuesto tenía escaneada; … estaba seguro que de un momento a otro llegaría una nueva andanada. 

―Y la casa, … la casa parece que te encantó también, ¿verdad? ―volvió a lanzar en cuanto nos detuvimos en el siguiente semáforo. 

―Eh...  ―murmuré de nuevo. 

―Han hecho una casa que más parece una nevera industrial que un hogar. Nos viene con el cuento de una “vida sencilla” y luego nos cuenta que la butaca en la que estabas sentado les había costado 7.000 euros. Pero eso es minimalismo y sencillez , ¿verdad? y no postureo.

«2 a 0 » ―pensé, el marcador comenzaba a ser de escándalo. 

De nuevo el semáforo se puso en verde y, de nuevo, el ambiente se llenó de una tensión que podría recargar un móvil. 

―Y la buena de Elvirita, Doña Perfecta, estaba muy guapa hoy,…. ¿no es cierto? ―me espetó de nuevo, esta vez antes de llegar a un nuevo semáforo. 

―Eh...  ―farfullé, consciente de que la emboscada había terminado y no me quedaba mas salida que la rendición total y absoluta, … porque el que calla otorga, y el que otorga pierde. 

―Fíjate, la mosquita muerta, presumiendo de esas tetas plásticas antigravedad. Y luego nos suelta que no lo hace por los demás, … que lo hace por sentirse a gusto consigo misma. Y tú, como un bobo,  dándole la razón sin quitar ojo de su canalillo. 

«3 a 0 » ―me reproché apenado y comprendí que había perdido el partido y la liga,… ¡por goleada!