El sonido de la ducha lo sacó del
estado de ensimismamiento en el que se encontraba. Recostado en el enorme
sillón de cuero negro que presidía la estancia Norte pensaba, mientras miraba distraído
el boletín meteorológico de la BBC, si había sido buena idea cambiar la cómoda
habitación del Hotel Lancaster London al que acostumbraban a ir, por un
apartamento en Gloucester Road. Era cierto que tenían a un paso la estación de metro y que el precio había bajado considerablemente, pero en realidad Francesca se había
decidido tras oír la experiencia de unas amigas y no por las aparentes ventajas
del tipo de establecimiento.
La idea no había acabado de
convencerle a pesar de las muchas bondades que ella le había enumerado y que constantemente
le recordaba. La tranquilidad de la zona, la amplitud del apartamento, lo bien
comunicado que estaba con el centro y con el aeropuerto, su proximidad al
Albert Museum,… no le parecían razones suficientes. En un hotel habrían gozado de las mismas o mejores
facilidades y, además, el Albert Museum era uno de los que menos le interesaban.
Para colmo, a pesar del ambientador con aroma a lavanda que habían comprado en
el Tesco de la esquina, el intenso olor a curry que impregnaba todo el edificio
se obstinaba en reaparecer a los pocos segundos de haber pulverizado a
conciencia la estancia.
Sobre el tresillo media docena de
bolsas atestiguaban fehacientemente como había trascurrido el día. Todavía no
sabía muy bien qué es lo que Francesca había podido encontrar de interés CamdenTown, un mercado alternativo donde se podía encontrar mucho cuero, botas
Martens, todo tipo de tribus urbanas y música Punk, Rock, Metal o Brit Pop,
todo ello muy lejos de los gustos de una refinada mujer italiana como ella.
Quizás fue lo que leyó, quizás lo
que oyó, o simplemente que una de sus cantantes favoritas, Amy Winehouse, había
vivido allí. El caso es que Francesca estaba absolutamente fascinada por ese
barrio de Londres.
Norte entendía que el peregrinaje
por los mercados londinenses formaba parte de las actividades que uno no se
debía perder cuando viajaba allí. En el Covent
Garden, en Portobello Road, en el mercado de Old Spitalfields o en el de Greenwich se podía encontrar de todo,
desde ropa vintage hasta música de todo tipo, pasando por comida de cualquier
lugar del mundo o antigüedades, pero precisamente el Camden era uno de los mercados más alternativos, posiblemente muy alejado de las cosas que
a Francesca le podrían interesar.
Los edificios de ladrillos que
jalonan ambos lados de Camden High Street, eran buena prueba de ello. En sus
fachadas, en realidad aumentada, figuran los reclamos más atrevidos: tiendas de
piercing, tattoos, prendas de cuero,… todo valía para atraer a los clientes.
Por fin la puerta del baño se
abrió repentinamente y, entre nubes de vapor, surgió Francesca envuelta en un
albornoz blanco.
- ¿Qué tiempo dan para esta
noche? –preguntó ella al ver que estaba viendo el boletín meteorológico.
- Frío y algo de lluvia, no
mucha. ¿Qué esperabas?, ¿una noche romana? –le respondió Norte con cierta
ironía.
- Me estaba preguntando que
ponerme. ¿Sabes ya a dónde vamos? –preguntó con una sonrisa en sus labios como
hacía siempre que sus miradas se encontraban. Era como si no hiciese falta
expresarlo con palabras, ambos sabían leer en sus rostros como si cada pliegue
de la piel, cada gesto involuntario, como si el brillo de los ojos, fuesen las letras
y los signos ortográficos que sustituían al lenguaje hablado.
- ¿Sabes que hice mientras comprabas
como una loca toda la tarde?, … pues tomarme una cerveza en un lugar que me
imagino que te va a gustar.
Una enorme sonrisa de dibujó en
el rostro de Francesca a la espera de que le desvelaran el secreto.
- Lo que no se es si trajiste
ropa adecuada –le preguntó, elevando su ceja izquierda-. Se trata de un pub. El
Hawley Arms, al parecer Amy Winehouse lo frecuentaba.
- No te preocupes por la ropa
–contestó rápidamente, abriendo desmesuradamente sus ojos y sacando una
cazadora de cuero negro de una de las bolsas que había sobre el sillón- eso no
va a ser un problema.