viernes, 13 de octubre de 2017

Entre el cielo y la tierra


«Quizás no sea lo más cerca del cielo que uno pueda estar pero sí lo más cerca del cielo que uno se puede sentir»   ̶ pensó Norte nada más traspasar el dintel de la puerta en la que remataban las tortuosas escaleras de caracol que lo condujeron a los techos de la catedral de Milán.


Allá abajo, cientos de liliputienses transitan atareados en torno a ella. Y allá arriba, meciéndose con suavidad sobre el abismo, …un bosque de agujas, gárgolas, contrafuertes y estatuas surgió ante él.





A medida que Norte ascendía, sintió una sensación cercana a volar,... era como si pudiese elevarse sobre aquellos pináculos que parecían sostener el firmamento y sobrevolarlo surcando los cielos.








Desde aquella majestuosa maraña tejida en piedra, la ciudad continua latiendo a su alrededor, rendida a sus pies.




Todo a la sombra de la representación hermosamente bella de la Madonnina, reinando entre el cielo y la tierra.


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